Letra de Los Formales Y El Fr�o - Serrat
Letra de canci�n de Los Formales Y El Fr�o de Serrat lyrics
Mientras com�an juntos, y distantes y tensos,
ella muy lentamente y �l como ensimismado,
hablaban con medida y doble parsimonia
de temas importantes y de algunos quebrantos.
Entonces como siempre, o como casi siempre,
el desvelo social condujo a la cultura.
As� que por la noche se fueron al teatro
sin tocarse un ojal, ni siquiera una u�a.
Su sonrisa, la de ella,
era como una oferta, un anuncio, un esbozo.
Su mirada, la de �l,
iba tomando nota de c�mo eran sus ojos.
Y como a la salida soplaba un aire fr�o
y unos dedos muy blancos, indefensos y tristes
apenas asomaban por las sandalias de ella,
no hubo m�s remedio que entrar en un boliche.
Y ya que el camarero se demoraba tanto,
llegaron cautelosos hasta la confidencia.
Extra seca y sin hielo, por favor, y fumaron.
Y entre el humo, el amor era un rostro en la niebla.
En sus labios, los de �l,
el silencio era espera, la noticia era el fr�o.
En su casa, la de ella,
https://www.coveralia.com/letras/los-formales-y-el-frio-serrat.php
hall� caf� instant�neo y confianza y cobijo.
Una hora tan s�lo de memoria y sondeos
hasta que sobrevino un silencio a dos voces.
Como cualquiera sabe, en tales circunstancias
es arduo decir algo que realmente no sobre.
�l prob�: �s�lo falta que me quede a dormir�
y ella tambi�n prob�: ��y por qu� no te quedas?�
y �l sin mirarla: �no, no me lo digas dos veces�
y ella en voz baja: �bueno, �y por qu� no te quedas?�
Y sus labios, los de �l,
se quedaron gustosos a besar sin usura.
Sus pies fr�os, los de ella,
eran s�lo el comienzo de la noche desnuda.
Fueron investigando, deshojando, nombrando,
proponi�ndose metas, preguntando a los cuerpos.
Mientras la madrugada y los temas candentes
conciliaban el sue�o que no durmieron ellos.
�Qui�n hubiera previsto aquella tarde
que el amor, ese c�lebre informal,
se dedicara a ellos tan formales?
ella muy lentamente y �l como ensimismado,
hablaban con medida y doble parsimonia
de temas importantes y de algunos quebrantos.
Entonces como siempre, o como casi siempre,
el desvelo social condujo a la cultura.
As� que por la noche se fueron al teatro
sin tocarse un ojal, ni siquiera una u�a.
Su sonrisa, la de ella,
era como una oferta, un anuncio, un esbozo.
Su mirada, la de �l,
iba tomando nota de c�mo eran sus ojos.
Y como a la salida soplaba un aire fr�o
y unos dedos muy blancos, indefensos y tristes
apenas asomaban por las sandalias de ella,
no hubo m�s remedio que entrar en un boliche.
Y ya que el camarero se demoraba tanto,
llegaron cautelosos hasta la confidencia.
Extra seca y sin hielo, por favor, y fumaron.
Y entre el humo, el amor era un rostro en la niebla.
En sus labios, los de �l,
el silencio era espera, la noticia era el fr�o.
En su casa, la de ella,
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hall� caf� instant�neo y confianza y cobijo.
Una hora tan s�lo de memoria y sondeos
hasta que sobrevino un silencio a dos voces.
Como cualquiera sabe, en tales circunstancias
es arduo decir algo que realmente no sobre.
�l prob�: �s�lo falta que me quede a dormir�
y ella tambi�n prob�: ��y por qu� no te quedas?�
y �l sin mirarla: �no, no me lo digas dos veces�
y ella en voz baja: �bueno, �y por qu� no te quedas?�
Y sus labios, los de �l,
se quedaron gustosos a besar sin usura.
Sus pies fr�os, los de ella,
eran s�lo el comienzo de la noche desnuda.
Fueron investigando, deshojando, nombrando,
proponi�ndose metas, preguntando a los cuerpos.
Mientras la madrugada y los temas candentes
conciliaban el sue�o que no durmieron ellos.
�Qui�n hubiera previsto aquella tarde
que el amor, ese c�lebre informal,
se dedicara a ellos tan formales?